Plataforma por la amistad
Pero el tiempo pasa de manera inexorable y las ocasiones que no se aprovechan no vuelven. Por eso, en cuestiones de amor y de sexo es bueno vivir cada día como si fuera especial.
De ahi esta oda a la Amistad, a esa que a pesar de que te vean equivocarte te dejan que lo hagas, sólo te dicen que eres simple y llanamente una tonta. Una tonta que siempre se equivoca y luego se culpa a si misma. Porque no hay peor juez que uno mismo.
La amistad es una forma de amor, probablemente la más libre y la más desinteresada de todas. Los padres no son elegidos, ni los hermanos, ni la familia, ni los hijos, ni del todo la pareja porque la elección suele estar condicionada por el enamoramiento y la pasión. Sólo a los amigos elegimos.
La pasión amorosa surge súbitamente, no precisa del conocimiento exhaustivo. La amistad por el contrario se hace a fuego lento, precisa del conocimiento y del trato. Es mucho más fácil encontrar un amor apasionado que una amistad verdadera. En la verdadera amistad nada es fingido ni simulado, es siempre sincera. Por eso estamos cómodos con los amigos, porque podemos mostrarnos tal y como somos. El buen amigo conoce gran parte de nuestros defectos y, sin embargo, nos acepta y nos sigue apreciando. Con un amigo se puede pensar en voz alta. Obviamente hay grados en la amistad, y a medida que aumentamos de grado, disminuye el número de amigos incluidos en esa clase. Uno puede tener muchos amigos pero pocos amigos íntimos. Con éstos se puede dar además la confidencia, la complicidad y podemos abrir ese yo oculto del que hablábamos hace días sin temor a ser criticados o incomprendidos.
El buen amigo puede ser también espejo de nuestro yo ciego, esa parte del yo que no es vista por nosotros mismos pero que sí es vista por los demás. Esa impresión que causamos en los otros y que suele estar muy condicionada por nuestros conflictos y complejos. Casi siempre que nos dicen algo que concierne a ese yo ciego, nos defendemos como gato panza arriba y nos negamos a reconocerlo, nos tapamos los oídos y contraatacamos. Al amigo, sin embargo, sí lo escuchamos porque en él tenemos confianza. La confianza, he aquí el otro rasgo esencial de la relación de amistad. Confiamos en el amigo como en el hermano o quizás más, porque no todo hermano es amigo pero sí todo buen amigo es un hermano.
Algo tan valioso debemos cuidarlo y aunque hay excepciones, la mayoría de las amistades se marchitan si no se cultivan. Por eso, no conviene dejar crecer la hierba en el camino que va desde nuestra casa a la del amigo.